El auge de los destinos turísticos urbanos hace que las grandes ciudades y capitales mundiales vivan momentos de esplendor. Sus calles bullen de vida, miles de viajeros acuden a ellas en busca de empaparse de la cultura y costumbres del lugar. Y es que no hay nada mejor que viajar y conocer esos lugares mágicos que nos permiten entrar en contacto con otras culturas y sociedades.
Ya lo comprendieron los miembros de la nobleza y de la alta burguesía europea del siglo XVIII, sobre todo británica, cuando, para completar su formación intelectual, debían conocer y visitar las principales ciudades europeas. Ciudades que encerraban entre sus muros y sus edificios tesoros de valor incalculable. De sus viajes traían recuerdos en forma de pinturas de paisajes, de ruinas de monumentos, de calles atestadas de gente; eran las vedute, vistas de ciudades antecedentes de las postales y, ahora, en el siglo XXI, del Instagram.
También dejaban constancia de lo visto y vivido escribiendo crónicas de sus visitas a lugares únicos, cuya magia había transcendido los siglos. Esta aventura se conocía como El Gran Tour. Definitivamente, la Ilustración quería encontrarse con sus orígenes culturales. Roma y Venecia se convierten en los destinos por antonomasia, preeminencia que no han perdido con el paso de los siglos. Venecia sufre actualmente las consecuencias del exceso de visitantes y se ha convertido en el eje del debate entorno a la masificación del turismo y su impacto en el entorno.
«Roma y Venecia se convierten en los destinos por antonomasia, preeminencia que no han perdido con el paso de los siglos. Venecia sufre actualmente las consecuencias del exceso de visitantes y se ha convertido en el eje del debate entorno a la masificación del turismo y su impacto en el entorno».
Hoy, más de trescientos años después, el interés por las ciudades vive una segunda edad de oro. Los destinos vacacionales siempre estarán en la agenda del turista, pero además se reserva parte de su tiempo para el conocimiento de los núcleos urbanos de especial relevancia. La gastronomía, las posibilidades de ocio y, sobre todo, la cultura, son los pilares donde se asienta el turismo urbano.
» La gastronomía, las posibilidades de ocio y, sobre todo, la cultura, son los pilares donde se asienta el turismo urbano».
Las cifras no engañan, los lugares más visitados del mundo que arrastran a millones de turistas son lugares emblemáticos históricos y culturales, entre ellos se encuentran las pirámides de Giza o la Acrópolis ateniense y, por supuesto, los museos.
Esos grandes contenedores de la cultura nacional que, en algunos casos, contienen, incluso, fragmentos de historia del mundo entero. El arte contiene la simiente cultural e intelectual de la civilización. Recorrer la historia a través de esos testigos atemporales, de ladrillo, de piedra, hace que te puedas comunicar con los ancestros de esos lugares, de esas culturas a las que tanto debemos como seres humanos civilizados.
» El arte contiene la simiente cultural e intelectual de la civilización».
Recorrer las calles y los pasillos entre tanta maravilla, aviva los sentidos del más escéptico iconoclasta, activa los deseos de conocimiento inherentes al ser humano y el deseo de experimentar y conocer culturas ajenas; surge un modo de entender el viajar que Stendhal definió por primera vez en su libro de viajes Memorias de un turista, escrito en 1838. Ya no eran solamente viajeros guiados por un ansia intelectual, si no que se incorpora, además, el concepto de ocio y al que se une el deseo de conocer las costumbres y la cultura de otros países. Eran los primeros años del siglo XIX y la industria del turismo comenzaba una andadura que ha pasado a formar parte de las costumbres sociales universales, puesto que son compartidas por todas las sociedades de este nuestro mundo.
» Ya no eran solamente viajeros guiados por un ansia intelectual, si no que se incorpora, además, el concepto de ocio y al que se une el deseo de conocer las costumbres y la cultura de otros países».