La Champions de la hotelería

UEFA Champions League

El uno de junio de 2019 fue un día especial para el negocio del hospedaje en la ciudad de Madrid. Uno de los eventos deportivos más importantes del mundo se celebraba en la capital de España y, lo que sucedió ese día se convirtió en una “locura” sin precedentes en España. La confederación Empresarial de Madrid CEIM valoró en unos 62,5 millones de euros el impacto económico que supuso para la ciudad de Madrid la final de la Champions League de fútbol.

Los precios de los alojamientos se dispararon hasta cifras récord, alcanzando las increíbles cifras de más de mil euros la noche. Ante el asombro de las empresas hoteleras y la indignación de los consumidores lo que es seguro es que ese día se consolidó una forma de entender el negocio y una refutación del éxito de las técnicas de revenue management.

Para el que no esté familiarizado con el revenue, le aclararemos que son las técnicas de marketing y de pricing que consiguen una máxima rentabilidad del producto que se dispone para la venta. En el caso concreto de la hotelería, el objetivo es sacar la mayor rentabilidad de cada habitación. El proceso no es nada sencillo, requiere de un proceso de análisis de datos exhaustivo del que aquí no vamos a entrar en detalles (lo dejaremos para otro post).

«el revenue, […] son las técnicas de marketing y de pricing que consiguen una máxima rentabilidad del producto que se dispone para la venta. En el caso concreto de la hotelería, el objetivo es sacar la mayor rentabilidad de cada habitación».

Y es que, en resumen, podemos decir que, como bien titula el columnista Larry Elliot en The Guardian, Los fans del Liverpool y de los Spurs aprenden una dura lección de economía básica. Puesto que dos de las industrias que aplican estas técnicas de la manera más eficiente son las compañías aéreas y la industria hotelera, la unión de estos dos agentes implicados en la consecución del evento hicieron que la suma de los costos, en algunos casos, alcanzaran de media las dos mil libras esterlinas por persona. 

Final de la Champions League 2019

En este caso concreto se juntaron varios factores determinantes; la gran expectación que un evento de este tipo levanta en la sociedad, aficionados, medios de comunicación, entidades deportivas e institucionales de los países implicados y de toda Europa, en general. Expectación que se traduce en audiencias televisivas de millones de espectadores y las repercusiones económicas que acompaña. Expectación que provoca un incremento exponencial de la demanda para acudir al evento.

Ante una demanda masiva se produce la segmentación, que es producida por el propio precio. Los más fanáticos y de poder adquisitivo más alto son los primeros en comprar habitaciones a precios que, en otro momento, parecerían desorbitados. De este modo se comienza a fijar un precio medio sobre el que se establecerán las tarifas.

A través de los canales de venta, sobre todo OTAs (Booking, Expedia, etc.), se controla con antelación el precio y el producto que se pone a la venta con las condiciones de venta prefijadas, lo más habitual son tarifas prepago no cancelables y, por lo tanto, no reembolsables. Todo ello favorece la segmentación de clientes y va fijando los precios que se adaptan a la demanda durante semanas o incluso meses antes del evento. Ante un seguro “sold out” en los hoteles se garantizan una compra progresiva de las habitaciones según la categoría que más les interesa vender, siguiendo criterios de rentabilidad. Y todo ello adaptando los precios a la competencia, por lo tanto, al mercado.

» Todo ello favorece la segmentación de clientes y va fijando los precios que se adaptan a la demanda durante semanas o incluso meses antes del evento».

Estadio Wanda Metropolitano

«Surge la polémica cuando el mercado, sin ningún tipo de regulación, provoca este tipo de situaciones, donde el precio se dispara y repercute directamente en el consumidor, que lo percibe como un abuso».

Evidentemente, surge la polémica cuando el mercado, sin ningún tipo de regulación, provoca este tipo de situaciones, donde el precio se dispara y repercute directamente en el consumidor que lo percibe como un abuso. Es cierto que el evento se convierte, entonces, en excluyente para un tipo de consumidores que no pueden permitirse llegar a esos gastos de media por persona. También es cierto que al no tratarse de un servicio público y ser meramente un espectáculo deportivo se puede alegar que es la voluntad del aficionado realizar esa inversión económica. Por el contrario, mucha gente ajena al evento se pudo sentir perjudicada si en esos días pretendía viajar a Madrid. Lo que es seguro es que la polémica y el debate entorno a estas prácticas continuará.

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